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Internacional

Para la Madre que solo se preocupa por nosotros

  • Nação | Mongolia
  • Data | Outubro 28, 2011
La misión de un profeta es predicar el evangelio en Samaria y hasta lo último de la tierra. Para cumplir esta misión, empecé la vida de un profeta. Ya que no era bueno hablando un idioma extranjero y era imperfecto en muchos aspectos, nunca imaginé que mi sueño de la misión mundial se haría realidad. Sin embargo, siempre mantuve en mente una cosa: voy a responder “amén” sin dudar, si Dios me dice que vaya a algún lugar, sin importar qué clase de lugar sea, para que yo pueda ser un instrumento para el evangelio, que Dios se complazca en usar. En marzo de 2010, la Madre me llamó para que fuera a Ulan-Bator, capital de Mongolia, y le respondí: “Amén”.

Mientras la iglesia de Ulan-Bator II estaba en construcción, tenía tiempo para adaptarme a la cultura y el idioma estando en la iglesia de Ulan-Bator I. Al ver que los miembros estaban llenos de pasión para predicar el evangelio, pude renovar mi mentalidad hacia el evangelio, y en diciembre comencé la obra del evangelio en la iglesia de Ulan-Bator II. Tenía solo un objetivo: cumplir la última petición de la Madre, que ella me dio antes de salir de Corea.

“Por favor envíe muchas noticias alegres.”

Lo único que puede satisfacer a la Madre es encontrar a sus hijos perdidos. Yo quería encontrar muchas almas para poder transmitir buenas noticias a la Madre, que se había sacrificado por sus hijos durante seis mil años.


“Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, [...] a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová.” (Is. 66:20)

La iglesia de Ulan-Bator II comenzó con 200 miembros. Sin embargo, solo había unos cuantos miembros que podían enseñar la Biblia.

Nuestra iglesia se encuentra a más de dos horas de distancia desde la iglesia de Ulan-Bator I. Cuando los miembros pertenecían a la iglesia de Ulan-Bator I, tenían que volver a casa rápidamente después de terminar el culto, porque la iglesia estaba muy lejos de sus hogares. Por esta razón no tuvieron suficiente tiempo para estudiar la Biblia. Y tampoco estaban familiarizados con el ambiente y la cultura de Sion.

Probablemente debido a esto, a menudo mostraban una actitud agresiva, que es una característica étnica de los mongoles que no suelen saludar o decir “gracias”.

La Madre me dijo que si les enseñaba bien la voluntad de Dios, los miembros la pondrían en práctica obedientemente. Realmente tenía que enseñarles “bien”. Sin embargo, los obreros del evangelio eran muy pocos, por lo que no pude hacerme cargo de todos los miembros aunque los visitaba todo el día, incluso saltándome las comidas.

Algunos miembros, que no eran conscientes de esta difícil situación, expresaron su decepción, diciendo que yo no los visitaba con frecuencia después de que se dividió la iglesia. Cada vez que oía esto, mi corazón se sentía agobiado.

Los que sentían más ansiedad y angustia que cualquiera, eran los pocos obreros que siempre habían estado ocupados predicando el evangelio y cuidando de los miembros.

Sin embargo, se arrepintieron y pidieron perdón a todos los miembros, diciendo: “Debí haber trabajado más. Siento mucho no haber cuidado mejor de usted”.

Yo también, tenía que trabajar más con paciencia para guiar a los miembros a tener la fe suficiente para entrar en el reino de los cielos. Así que intenté acercarme a ellos primero para saludarlos cortésmente. Durante los dos primeros meses de 2011, me concentré en enseñarles la verdad de Dios.

El problema era mi pobre habilidad en el idioma mongol. Ya que no podía expresar bien lo que quería decir, a veces transmitía un significado diferente. Quería decir palabras sinceras de consuelo para ellos, pero solo hablaba palabras sencillas y directas, y a veces los hería con mis palabras. Aunque quería transmitirles el amor de la Madre, mis palabras los herían en vez de darles amor.

Solía llorar en secreto, y un día cuando estaba de pie en el púlpito para predicar el sermón, sentí que me ahogaba. No podía decir nada, sino solo seguir llorando. “¿Cómo se habrá sentido la Madre al tener que guardarse su amor hacia sus hijos dentro de su corazón por no poder expresarlo, porque olvidaron el idioma celestial?” Su angustia y frustración me partían el corazón.

“La Madre los ama mucho, pero no puedo transmitirles completamente su amor porque no hablo muy bien el mongol. Lo siento mucho.”

Después de decir solo estas palabras, bajé del púlpito. Entonces los miembros también lloraron. No puedo expresar cómo me sentí en ese momento.

Después de eso, pude sentir que los miembros comenzaban a abrir su corazón.
Mientras aprendían el conocimiento del cielo a través de la Biblia poco a poco, un día recibí un vídeo de la iglesia enviado desde Corea. El vídeo, que describía el sacrificio y amor de la Madre, cambió todo en un instante.

“La Madre se sacrifica mucho por nosotros, ¿pero qué hemos hecho nosotros? ¿Cómo gastamos nuestro tiempo cada día?”

ⓒ 2011 WATV
Los miembros que no habían mostrado ninguna reacción especial cuando escucharon antes acerca de la Madre, se levantaron como un fuego después de ver el amor de la Madre con sus propios ojos y comprenderlo con el corazón. Se prepararon para ser vasijas limpias de la fe e hicieron la resolución de encontrar las almas que anhelaban a Dios Elohim con un sincero corazón, y de ofrecerlas a la Jerusalén
celestial.

Fue el comienzo de la fiesta de la predicación que se llevó a cabo con pasión solo con genuina emoción y gratitud hacia la Madre.


“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (He. 13:8)

La fiesta de la predicación de la iglesia de Ulan-Bator II se llevó a cabo durante cuatro semanas a partir de mediados de marzo, bajo el lema: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. La Madre ora por nosotros ayer, y hoy, y por los siglos.

Por lo tanto, no debemos cansarnos hoy después de predicar el evangelio con pasión ayer. Juramos dar frutos agradables a la Madre, sin faltar ni un día.

Los miembros estaban muy entusiasmados. Con el conocimiento de la palabra de Dios que habían aprendido con diligencia en enero y febrero, predicaron valientemente al Espíritu y la Esposa, que vinieron como los Salvadores de esta época. Un miembro solía decir que nunca volvería a predicar porque se sentía incómoda de conocer gente nueva, pero después de darse cuenta del amor de la Madre, nunca dejó de predicar el evangelio hasta la noche, diciendo que no iba a volver a casa hasta llevar fruto. Me di cuenta de que esta obra podía salir solo después de comprender el amor de Dios.

Para encontrar almas genuinas, predicamos la bendición de una nueva vida solo a los que ansiosamente querían recibir el agua de la vida, reconociendo al Espíritu y la Esposa que vinieron como los Salvadores de esta época. Sin embargo, la bendición de llevar frutos continuó todos los días. Algunos incluso nos siguieron hasta Sion, diciendo que querían ser bautizados. Así que a veces no podía permitirme hacer mi trabajo administrativo o salir de Sion ni un momento. Como tantas almas corrían a Sion a la vez, ni siquiera podía reconocer quién era quién.

Un día, cuando hubo una reunión en Sion, sentí como si estuviera en otra Sion, porque había muchos nuevos miembros, cuyos rostros eran desconocidos para mí.

ⓒ 2011 WATV
Resulta que llegaron a Sion para predicar el evangelio, solo un par de días después de haber sido guiados a Sion. Me preocupaba cómo iban a predicar la palabra, pero pronto me di cuenta de que toda mi preocupación era en vano. Ellos predicaron a la Madre celestial a la gente sin vacilar. Así, pudieron llevar 300 buenos frutos en solo cuatro semanas.

Después de la fiesta de la predicación, se acercaba nuestra primera pascua en la iglesia de Ulan-Bator II. Aunque Dios nos había concedido un lugar de culto grande, era demasiado pequeño para todos nosotros; cuando calculamos el número de los que querían celebrar la pascua, eran demasiados para reunirse en Sion. Por la gracia de la Madre, celebramos la pascua en un salón grande junto con los miembros de la iglesia de Ulan-Bator I. Estaba realmente agradecido de poder guardar mi primera pascua en Mongolia con tantos miembros de la familia celestial, incluyendo 450 miembros de la iglesia de Ulan-Bator II.

La parte central de Ulan-Bator es una llanura, que está urbanizada, pero hay una zona montañosa en las afueras de la ciudad, donde se puede ver los distritos gers (un ger es una tienda portátil de Mongolia). Muchos de nuestros miembros también viven en gers. Las carreteras son tan accidentadas que parece que los autos que pasan por ellas van a romperse en cualquier momento, y cuando llueve, se crean baches en las carreteras, en los que a menudo caemos. Cada vez que los miembros vienen a Sion, tienen que ir por los caminos llenos de baches durante un largo tiempo para tomar un autobús. Al regresar a casa en la noche, tienen que hacerse camino en la oscuridad total, porque no hay alumbrado público. Sin embargo, están ansiosos de reunirse en Sion para encontrar a sus hermanos perdidos de la familia celestial; su pasión es indescriptible.

En un primer momento, sus corazones eran como piedras sobre las que era difícil escribir. Pero ahora, una vez que algo se graba en sus corazones, lo siguen con todo su corazón, alma y mente. Es la “Madre” la que se ha grabado profundamente en sus corazones. “Si no anuncio el evangelio, ¡cuánto más se angustiará la Madre!”

Pensando así, no dejan de predicar la palabra, incluso en situaciones difíciles. Ellos recorren el mismo camino ayer, y hoy, y por los siglos.


“¿No lleno yo el cielo y la tierra?” (Jer. 23:24)

Hay una fuerte influencia del budismo y el chamanismo en Mongolia, y también hay un “código religioso”. Por eso los procedimientos para el establecimiento y registro de las iglesias son muy complicados. La mayoría de los mongoles tienen una opinión desfavorable del cristianismo o lo sienten muy extraño, por lo que muestran una actitud desagradable cuando les decimos que creemos en Dios. Sin embargo, su actitud cambia por completo cuando escuchan la verdad.

Había una persona que se negó rotundamente y pasó de nosotros cuando le dijimos que estábamos predicando las palabras de la Biblia. En ese momento, un miembro gritó: “¿Sabe usted que existe Dios Madre?” Entonces, de pronto miró hacia atrás y dijo: “¿Qué quiere decir? Nunca he oído hablar de eso antes”. Entonces estudió la Biblia, y volvió a nacer como hija de la Madre inmediatamente.

Lo realmente sorprendente es que disciernen la verdad una vez que comienzan a estudiar la palabra, aunque la mayoría de ellos no conocen bien la Biblia. Asimismo, no tienen idea de lo que es predicar el evangelio, pero predican a su familia lo que han aprendido, y Sion pronto se llena de miembros de su familia. Hace un par de días, una persona visitó Sion y dijo: “Puedo sentir que Dios está aquí”. Luego estudió la Biblia, y guió a toda su familia a Sion.

Soy imperfecto en muchos aspectos, así que no puedo hacer nada por mí mismo.
Cada día soy testigo de cómo la obra de la Madre se difunde, lo cual es inexplicable con palabras humanas. Otra iglesia se estableció rápidamente en Dundgovi, que se encuentra a 300 kilómetros de aquí. De hecho, no podíamos permitirnos reclamar el evangelio en otra región, aunque queríamos, porque nos faltaban obreros del evangelio. Entonces la Madre mostró su poder en un área inesperada: un nuevo miembro, que había recibido la verdad durante la fiesta de la predicación, guió a la verdad a las personas de su alrededor cuando regresó a su ciudad natal.

Después de oír esto, algunos miembros fueron en un viaje misionero de corto plazo de tres días a Dundgovi. Tuvieron que viajar 12 horas en autobús para llegar allí. En el autobús, predicaron la palabra a los pasajeros, y cuando llegaron a Dundgovi, guiaron muchas preciosas almas a Dios, resistiendo con la palabra de Dios a los que ponían obstáculos.

Un día después de regresar de Dundgovi, recibí una llamada telefónica desde allí.
Fue una llamada alegre que me dijo: “¿Por qué no nos enseña más la Biblia?” Empecé a enseñarles la Biblia de inmediato por teléfono. Estaba muy feliz imaginando a los veinte miembros que se habían reunido para escuchar con atención que les enseñara la Biblia, con el altavoz activado.

Hace poco, algunos de nuestros miembros visitaron Corea; fue la primera vez que los miembros de la iglesia de Ulan-Bator II se unieron al grupo de visita a Corea. Hace dos mil años, los apóstoles pidieron el Espíritu Santo en Jerusalén durante diez días, y después de recibir el Espíritu Santo lograron un notable cambio en su fe. Asimismo, los miembros habían cambiado por completo al regresar de Corea después de recibir la plenitud del Espíritu Santo de la Madre al estar con ella diez días. Un miembro que antes tenía miedo de predicar, ahora predica la palabra de Dios con valor, como Pedro y Pablo. Otro miembro que solía ser tímido e indeciso para saludar a los demás, ahora recibe a todos con cortesía.

Es como si una reacción química se hubiera producido en ellos. Cuando su conocimiento de la Biblia se mezcla con el amor de la Madre, se produce un cambio increíble en ellos. La Madre nos da el alimento espiritual en el momento adecuado y nos lleva personalmente, ayudándonos siempre. Sin duda, ella llena el cielo y la tierra.


Para la Madre que solo se preocupa por nosotros

Ahora, el principal tema de conversación entre los miembros es el “amor de la Madre”. No se limitan a decir: “La Madre nos ama”; más bien, dicen: “La Madre se sacrifica mucho por nosotros, pero nunca dice o muestra que está cansada, y ella nos ama sin descansar. Sin embargo, solemos decir o mostrar que estamos cansados, incapaces de tolerar las pequeñas cosas que nos molestan. No debemos hacer eso.

Pongamos en práctica el amor y la paciencia, como la Madre lo hace”. Su cuidadosa consideración me conmueve profundamente.

De inmediato pusieron en práctica su forma de pensar. Hasta bien entrada la noche, predican el evangelio hasta olvidándose de comer. En estos días, estoy muy ocupado llamándolos a comer en cada comida, y diciéndoles que se detengan y vuelvan a casa.

Recuerdo cuando pasé momentos difíciles debido a la falta de obreros del evangelio.
Sin embargo, Dios produjo muchos buenos obreros del evangelio en poco tiempo, y he pensado que la obra del evangelio ha logrado su estabilidad en cierto grado. Por otra parte, los obreros predican el evangelio con tanta pasión que el número de miembros se ha duplicado. Ahora estamos pidiendo a Dios una vez más que nos envíe más obreros del evangelio.

También pedimos a Dios que nos dé la capacidad de predicar la palabra, para que podamos entregar bien el amor de la Madre, y que nos permita tener la naturaleza divina de la Madre para servir a los miembros con sinceridad. Todos oramos que podamos llevar abundantes frutos a través del poder del Espíritu Santo.

El mayor deseo de la iglesia de Ulan-Bator II es retribuir el amor de la Madre.
Queremos retribuir a la Madre, siempre pensando: “¿Qué podemos hacer para agradar a la Madre?” con sincero amor y gratitud hacia ella, en lugar de amarla condicionalmente, ya que hemos recibido el amor de ella. Todos sabemos bien la forma de retribuir a la Madre. Encontrar a nuestros hermanos perdidos del cielo es la única manera de retribuirle.

Mongolia está dividida en 21 aimags (provincias), que se dividen en 315 sumas (distritos). Predicaremos diligentemente el evangelio para encontrar buenos frutos agradables a la Madre, no importa qué dificultades podamos atravesar, de modo que Sion se establezca no solo en Ulan-Bator, sino en cada aimag y en todas las demás regiones de Mongolia. ¡Solo para la Madre!

Desde que llegué al extranjero, he sentido que la Madre está a mi lado; es una sensación realmente increíble. Un día, fui a Khuvsgul en autobús, que está a 20 horas de Ulan-Bator. Los asientos del autobús no tenían apoyo para la cabeza y eran muy pequeños. Tampoco había calefacción a pesar del clima gélido en el que la temperatura había bajado a 30-40 grados Celsius bajo cero, así que mis manos y pies se entumecieron y mi respiración se volvía vapor en el frío aire invernal. El autobús cruzó el río helado y fue por encima de la colina que no tenía carreteras. El autobús había recorrido esos caminos durante 20 horas. Mientras estaba en el autobús, no podía dejar de pensar en la Madre.

“¿Cómo haría nuestra Madre si sus hijas estuvieran al otro lado del río y sus hijos en la montaña, esperando por ella? Seguramente llegaría por cualquier medio.”

Aunque he llevado a cabo la obra del evangelio durante mucho tiempo en Corea, solo conocía el corazón de la Madre en mi cabeza. Solo después de experimentar el dolor de mis manos y mis pies congelados y cruzar la montaña y el río, pude comprender el corazón de la Madre aunque sea un poco.

La misión en el extranjero está acompañada de muchas dificultades, pero nos da una felicidad tan grande que podemos servir a la Madre más de cerca. Por supuesto, vamos a pasar por el “sufrimiento alegre” por el evangelio donde nos encontremos, sea en Corea o en otros países. Los miembros de la iglesia de Ulan-Bator II siempre oramos por los miembros de Sion en todo el mundo que trabajan duro para el evangelio con un anhelo inquebrantable por la Madre, que se sacrifica por nosotros, incluso en este momento. Por último, me gustaría terminar con un deseo: ¡amados hermanos celestiales, reciban todos las bendiciones del Espíritu Santo de la lluvia tardía abundantemente de la Madre!
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